Un hecho poco común se ha producido en el campo de los organismos no gubernamentales que trabajan con infancia. Durante ya cuatro años se ha articulado una alianza muy amplia, políticamente transversal, en pos de tres grandes aspiraciones: que Chile tenga una robusta Ley de Protección Integral de los derechos humanos de la niñez, desde la cual se genere un sistema efectivo de protección; que Chile tenga un Defensor de la Niñez, como ente autónomo, promotor y fiscalizador de los derechos de niños y niñas y que en Chile se reconozca y garantice la participación activa y efectiva de la sociedad civil organizada, incluyendo a niños, niñas y adolescentes.
Este ideario ha permitido que compartan cívica y fraternalmente, directivos de organismos tradicionales y de antigua data, con directivos y activistas de organizaciones alternativas, surgidas al calor de los llamados “nuevos” derechos.
Prueba de la unidad de criterios es lo vivido, entre septiembre 2015 y enero 2016, en la Comisión de Familia y Adulto Mayor de la Cámara de Diputados con el Proyecto de Ley de Sistema de Garantías de los Derechos de la Niñez. Allí, en 10 sesiones, pasó un gran número de instituciones, ONG´s, expertos, etc. y la inmensa mayoría expresó su acuerdo con las críticas de este Bloque por la Infancia, a dicho proyecto de ley.
Paradojas de la vida, esta alianza amplia nació bajo el Gobierno del ex Presidente Piñera cuando convocó a ONG´s y académicos a trabajar, junto al Mideplan de entonces, al Ministerio de Justicia y SENAME, en un proyecto de ley de protección. En enero 2012, habiendo llegado a un consenso, el Ejecutivo lo desechó y levantó un proyecto propio, proyecto fracasado en el trámite legislativo.
La bofetada recibida, impulsó el compromiso por mantener la alianza. Esta decisión coincidió con la iniciativa de la Presidencia del Senado de entonce, para conformar Mesas Temáticas de la Sociedad Civil, en pro de recuperar opiniones que fortalecieran el debate legislativo. Es así como este grupo de ONG´s, crea la Mesa Temática de Infancia en el Senado. En abril del 2012, nacía entonces lo que luego se auto-denominaría “Bloque por la Infancia”.
Como mucho de lo social surgido desde la revolución pingüina, este “Bloque” tiene “voceros/as”, no dirigentes, tiene “coordinadores/as” que rotan, no jefes, opera en “comisiones” que se arman y desarman, la “asamblea” es su autoridad, el whatsapp de la vocería y el googlegroup de la asamblea son medios imprescindibles, en ellos se distribuyen y aprueban por consenso los documentos y si no hay tal consenso, es simple, no hay documento, más aún, el que quiere entra directamente a la asamblea y el que quiere se va, sin dramas. De lo que se trata es de no perder el foco y el deseo.
Escrito por Jorge Martínez Muñoz, Sociólogo, Jefe Área de Estudio de Fundación Mi Casa.